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Brevería 2

Hay que ver. La experiencia táctil de las tabletas se asemeja cada vez más al manejo de un libro físico. Ya solo queda que las páginas virtuales nos corten en los dedos de vez en cuando, como ocurre con las páginas de papel, pero a este paso, todo se andará. 

El iPad como herramienta para trabajar la competencia lingüística. Mariví Casado


El iPad, sin duda alguna, se está convirtiendo en una herramienta muy potente en el ámbito educativo, y digo que se está convirtiendo, ya que todavía no está tan presente en las aulas como un ordenador.

Como profesora de lengua, la mayoría de las actividades que realizo con la tablet están  planificadas para la mejora y desarrollo de la competencia lingüística de mis alumnos.
Es importante señalar que la utilización del iPad proporciona algo importante para el éxito de una actividad lectiva: la motivación. Cualquier actividad que se plantee a los alumnos en la que intervenga el dispositivo va a contar, para empezar, con la motivación que produce el uso de la tableta, aunque simplemente sea una actividad de lectura.

Hay muchísimas aplicaciones para iPad, pero al final, por experiencia, se acaban utilizando sólo algunas, aquellas con las que tanto alumnos como profesores se encuentran más cómodos y tienen un mayor dominio.

Con la tableta trabajamos todos y cada uno de los ámbitos que abarca la competencia lingüística: hablar, leer, escribir y escuchar a través de actividades como las siguientes:

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¡No hay color!


Una profesora del IES “El Brocense” de Cáceres, María José Olivera, se ha puesto en contacto conmigo porque quiere incorporar a la biblioteca de su centro algún dispositivo electrónico de lectura y dudaba  entre decantarse por un eReader de tinta electrónica y una tableta digital.  Quería saber mi opinión al respecto sobre la cuestión, y por supuesto se la he dado, aunque me ha parecido buena idea compartirla también con todos vosotros.

Tengo un lector de tinta electrónica con varios centenares de obras clásicas cargadas en sus circuitos y utilizo a diario una tableta digital para asuntos relacionados con mi trabajo por lo que conozco y uso los dos sistemas. El primero para releer autores y obras que ya tenía olvidados, como por ejemplo Alonso del Castillo Solórzano y las Aventuras del Bachiller Trapaza. El segundo para mantenerme informado de lo que pasa en el mundo, leer la prensa, escuchar música, ver un vídeo de Youtube, consultar el tiempo, entrar en mi perfil de Facebook, charlar con otros colegas a través del Twitter, ver fotografías, enredar con el GPS, actualizar mi agenda personal, grabar podcast, aprender inglés, identificar las estrellas, oír la radio y alguna cosa más que ahora no recuerdo.

Personalmente considero que los dispositivos de tinta electrónica tienen una ventaja sobre el libro impreso: la capacidad de almacenamiento, pero pare usted de contar. Estos aparatos no añaden ningún elemento nuevo a la experiencia lectora. Su utilización simultánea para escuchar música mientras estás leyendo un libro está muy limitada. Las ilustraciones, cuando las hay, son de muy baja resolución y además el único color que ves en el aparato es el de la carcasa.  Bueno, en realidad tiene otra ventaja sobre el libro, que es la opción de aumentar el tamaño de la letra. Ahora bien, si lo comparamos con las tabletas estamos ante mundos diferentes y aunque simultáneos en el tiempo, muy distantes en el concepto.

Digamos que en la línea evolutiva de la lectura, los eReader corresponderían al Homo Neanderthalensis, que convive con especies más avanzadas como el Homo Sapiens (tabletas) antes de su desaparición definitiva. Los lectores de tinta electrónica, tal y como los conocemos, han sido superados y languidecerán en el mercado protagonizando ofertas irresistibles y con un precio a la baja. Eso es lo que creo.

Sin embargo, he podido ver la adaptación electrónica de Alicia en el País de las Maravillas para tabletas y me he quedado boquiabierto. Imagino que es una sensación parecida a la que debieron sentir los niños de principios del siglo XX cuando tenían en sus manos un cuento troquelado que hacía aparecer ante sus ojos los escenarios y personajes de la obra, en color y en tres dimensiones. El reloj del conejo oscila en su cadena ante cualquier movimiento, Alicia se estira a nuestra voluntad, los personajes del cuento están animados y hacen cosas, los pajes de la reina de corazones tocan una melodía con la trompeta…Realmente, estamos en el País de las Maravillas.  A cualquier persona que haya gozado de la experiencia, le costará volver a la versión en pdf de Alicia para eReader. Sería como descolgar la tele de plasma para instalar de nuevo en el salón de casa aquel viejo televisor redondeado y en blanco y negro en el que aún salía Mariano Medina señalando con un puntero el anticiclón de las Azores, ¡No hay color!

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