Evaluación, Audiovisuales, Lecturas, Aprendizajes, Imprenta, Escritura, Lenguajes... son algunos de los términos que maneja Manel Rives en su reflexión sobre La necesaria reinvención de la alfabetización.

Manel, profesor que desde  Cartagena participa en el Proyecto Dedos aportando ilusión, profesionalidad, implicación y …. algún post para reflexionar, nos invita a leer el último que ha redactado para nosotros. Gracias por tu trabajo Manel. 

La necesaria reinvención de la alfabetización

Al inicio de los tiempos el hombre usó un único sistema para transmitir su saber: la moralidad. Durante miles de años fue el sistema para perpetuar una forma de visado, unas costumbres, una forma de conseguir alimento a través de técnicas de caza.

Posteriormente, nuestra especie dio un salto cualitativo al dejar impreso en el tiempo ese saber. Al principio, eran solo pinturas y, posteriormente, pasó a un lenguaje escrito, rudimentario y simple, pero perenne.

Esto llegó a ser tan importante que los poderes se apropiaron de él. Pronto se dieron cuenta de que el control del conocimiento era el control de las masas y, por ello, la iglesia actuó de difusor (y censor) del mismo.
Y, de pronto, llegaron Gutenberg… y su imprenta. Corría el año 1450 y ese momento cambió a la humanidad. El saber impreso dejó de tener un control férreo y permitió su democratización.

Lo curioso es que, desde miles de años antes hasta hace muy poco, ese saber se ha ido generando, difundiendo y compartiendo en ese único soporte: el texto. Y esa conceptualización del saber es la base del sistema de transmisión de conocimiento que ha usado el docente desde el inicio del papel… hasta hoy. Sí, incluso hoy es el papel el sistema más usado. Pero, voy más allá. Es el sistema que los docentes creemos como vínculo esencial, único diría, para evaluar el nivel competencial del alumnado. 
Le damos más valor a lo desarrollado en escritura que a cualquier otro sistema. Generamos sistemas evaluadores de expresión y comprensión escrita mucho más sofisticados y más minuciosos que para cualquier otro sistema.

Y… ¿por qué?

Para preguntarnos el porqué de esta situación, habría que plantear al docente si conoce otros sistemas de creación, difusión y transmisión del conocimiento, si estos tienen presencia y, sobre todo, si para ellos tienen valor.

Incluso con los nuevos dispositivos digitales, la mayoría de los docentes sigue realizando el 99% de las actividades en texto dentro de un mundo donde por cada transmisión que se realiza en ese modelo nos rodean 1.000 en otros lenguajes.
En los nuevos dispositivos digitales nos encontramos al alumnado generando más información en vídeos o fotos que en cualquier otro soporte. ¿No deberíamos estar educando para ello?

Yendo más lejos, los más jóvenes utilizan los móviles para sus actividades más triviales, incluso para aquellas que son muy cuestionables, como es grabar una pelea…

Quizás deberíamos plantearnos ofrecerles situaciones de aprendizaje en las que pudiesen utilizar estos medios con el fin de que se especializaran en su uso: grabar vídeo aprendiendo a editarlos en sus dispositivos o, como mínimo, en los dispositivos que les podamos proponer.
Una vez más, da la sensación de que los que intentamos ahondar en una alfabetización múltiple y digital queremos llevar el texto a la hoguera, desdeñarlo como anticuado o infravalorarlo como arcaico.
Nada más lejos de la realidad. Lo que pretendemos es ampliar los sistemas que son usados en el aula a los modelos de la nueva alfabetización: la educación mediática, muy necesaria tanto en la parte de espectador como en la de creador. Y sin embargo, seguimos sin tener en cuenta en el proceso formativo un aprendizaje que usa en mayor medida lo que «hacemos» más que lo que «consumimos». 
Los procesos que deben darse tanto a nivel organizativo como ejecutivo nos permiten ahondar en cuestiones como la interdependencia, la asignación de roles, el aprendizaje basado en proyectos o en problemas, el uso de tecnologías audiovisuales, etc.

Quizás, lo que más complicado parece es incluir este tipo de experiencias de aprendizaje y trabajo con su evaluación.
¿Es complicado? Sí, mucho, pero también es muy necesario. 
Recientemente, escuchaba a un colega de profesión comentar cómo realizaba las evaluaciones que le encomendaba la inspección acerca de la velocidad lectora para el alumnado de su aula, de primero de Primaria. En ella, realizaba pruebas para saber cuánto leían por minuto. Podría hacerse una evaluación de este tipo utilizando medios audiovisuales. Es más, podría hacerse una evaluación utilizando como criterio los diferentes tipos de lecturas que realizamos.
Y si creemos que es necesario evaluar la cantidad de palabras que un alumno es capaz de leer, no es menos importante buscar formas de evaluar la idoneidad de la información emitida y recibida mediante otros lenguajes.